La cifra de víctimas civiles en Irán sigue trepando con ritmo alarmante. El Ministerio de Sanidad persa reportó este sábado 430 fallecidos y más de 3 500 heridos desde que Israel desatara su campaña aérea el 13 de junio. El balance duplica el dato oficial de inicios de semana y confirma que los ataques golpean sobre todo a zonas urbanas densamente pobladas.
Según la agencia española EFE, Teherán reconoce que el conteo podría quedarse corto las evacuaciones continúan mientras equipos de rescate excavan entre los escombros de Qom y de barrios periféricos de la capital. Las autoridades sanitarias, además, denuncian cortes de electricidad intermitentes que complican la atención a los heridos más graves.
Las cifras difieren de las que maneja la organización independiente HRANA, con sede en EE. UU., que eleva el número de muertos a 722 y el de lesionados a 2 546. La ONG afirma que el 40 % de las víctimas son mujeres y menores, algo que la cartera de Salud iraní no desglosa en sus partes oficiales.
Del otro lado de la frontera virtual, Israel reporta 24 fallecidos por la lluvia de misiles y drones iraníes que siguió a los bombardeos iniciales. La ONG Amnistía Internacional advierte que ambos países han usado munición de amplio radio de impacto contra objetivos civiles, en franca violación del derecho internacional humanitario.
El pulso militar ya preocupa a Naciones Unidas. En una sesión de emergencia del Consejo de Seguridad, el secretario general António Guterres alertó de que “estamos a pocos pasos de un incendio que nadie podrá apagar” y pidió un alto el fuego inmediato, recordando que la región alberga instalaciones nucleares extremadamente sensibles.
Más allá del tablero diplomático, la crisis impacta de lleno en la vida cotidiana hospitales saturados, escasez de material quirúrgico y casi 48 horas de apagón total de Internet que dejó a millones de iraníes desconectados justo cuando más necesitaban información y auxilio. Analistas de seguridad temen, además, que los golpes a la red eléctrica y a centros logísticos minen la capacidad iraní de frenar futuros brotes de covid-19 o dengue, enfermedades que repuntan en verano.
A corto plazo, la prioridad humanitaria es proteger a los civiles y restablecer corredores sanitarios seguros. Sin embargo, mientras Israel insiste en que ha “retardado varios años” el programa nuclear iraní con sus incursiones, y Teherán jura que no se sentará a negociar bajo fuego, el panorama pinta en buen dominicano “feo y de malas pulgas”. Si la comunidad internacional no logra enfriar los ánimos, el conflicto podría arrastrar a potencias vecinas y disparar nuevas olas de desplazados, algo que ya se vislumbra en las carreteras fronterizas de Irak y Turquía.