Una mañana que pintaba tranquila en la siempre bulliciosa avenida Duarte se volvió un ring improvisado cuando empleados de una tienda de capital chino les lanzaron sillas y un repertorio de malas palabras bien dominicanas a los inspectores de la Dirección General de Migración (DGM) que llegaron a detener a varios haitianos sin papeles. La escena captada en video por curiosos y subida en cuestión de minutos a redes volvió a encender el debate sobre cómo se están ejecutando las interdicciones migratorias en el país.
Según CDN, la mayoría de las personas que enfrentaron a los agentes eran mujeres que trabajan en el establecimiento y que intentaron bloquear el paso para evitar el arresto de sus compañeros de origen haitiano, muchos de ellos sin estatus regular.
Un patrón que va en aumento
El rifirrafe no es un caso aislado. En los últimos ocho meses se han documentado al menos cuatro agresiones a personal de Migración durante operativos semejantes. En agosto de 2024, por ejemplo, tres inspectores resultaron heridos en Buenos Aires de Herrera, y la propia DGM reconoció que aquel mes sumaban ya diez ataques de este tipo . En octubre sucedió algo similar en Bávaro, donde un grupo de haitianos confundió a la Policía con migración y terminó a pedradas, dejando un muerto.
Mientras tanto, las redadas se han intensificado. Solo entre enero y abril de 2025 Migración deportó a 119 003 haitianos, un aumento del 71 % frente al mismo periodo de 2024 Y el pasado 6 de mayo la institución informó de 1 243 detenidos y 1 082 repatriados en un solo día A esta presión oficial se suma la sensación de parte de la población de que “la frontera está abierta”, lo que alimenta tanto las exigencias de mano dura como los estallidos de violencia contra los operativos.
Contexto económico y social
La avenida Duarte no es cualquier calle: es el corazón comercial de Santo Domingo, repleta de negocios “todo por un dólar” manejados por inversionistas chinos que dependen, en buena parte, de mano de obra haitiana. Dueños y empleados dominicanos suelen coincidir en un punto: si se frena de golpe esa fuerza laboral, la logística de las tiendas se tambalea. Pero al mismo tiempo, comerciantes locales y sindicatos presionan por controles más estrictos alegando competencia desleal y falta de regulación.
El Gobierno ha defendido las redadas como parte de un plan para “ordenar la casa” ante la crisis política y humanitaria que vive Haití. No obstante, organismos como la OIM advierten que las deportaciones masivas, sin un protocolo de derechos humanos claro, pueden recrudecer la vulnerabilidad tanto de los migrantes como de los agentes que ejecutan las detenciones.
¿Qué viene ahora?
Fuentes de la DGM consultadas tras el incidente adelantaron que revisarán los procedimientos de entrada a establecimientos cerrados y “reforzarán la seguridad” de los inspectores. Sin embargo, asociaciones de comerciantes chinos en la Duarte piden mesas de diálogo antes de que la situación se les vaya de las manos. “Si preguntan por papeles, que sea sin show; aquí todo el mundo quiere trabajar”, comentó un miembro de la asociación que prefirió no revelar su nombre por temor a represalias.
Analistas laborales señalan que una política migratoria efectiva necesita más que redadas: requiere formalizar el mercado de trabajo, agilizar permisos temporales y educar a los empleadores sobre las sanciones por contratar personal sin documentos. De lo contrario, advierten, episodios como el de los sillazos seguirán repitiéndose mientras la tensión social sube de tono.
En definitiva, el incidente de la Duarte refleja un malestar que va más allá de una tienda china: es el síntoma de una política migratoria que, empujada por números récord de deportaciones, todavía busca el balance entre el imperio de la ley y la convivencia en uno de los corredores comerciales más diversos y conflictivos de la capital dominicana.