Distrito Nacional. A primera hora del sábado, la barriada de Capotillo amaneció tomada por un contingente mixto de 45 fiscales, más de 640 agentes y un puñado de altos mandos dispuestos a cortar de raíz los focos delictivos que inquietan a sus residentes. La intervención incluyó 22 allanamientos y operativos en diez puntos críticos, donde se incautaron drogas, dinero en efectivo y máquinas tragamonedas ilegales, confirmaron las autoridades en rueda de prensa.
Aunque los patrullajes masivos ya no sorprenden en los barrios capitalinos, la magnitud de esta operación marca un precedente. Fuentes del Ministerio Público explicaron que el objetivo inmediato es desmontar la red de videovigilancia clandestina instalada por bandas locales, la cual les servía de “ojo electrónico” para alertarles sobre cualquier presencia policial. Este mecanismo, frecuente en zonas con alta densidad poblacional, complica la labor investigativa y alimenta la sensación de impunidad.
La DNCD y la Policía Nacional insistieron en que la tropa no se retirará hasta garantizar que el sector recupere la calma. Para reforzar ese compromiso, Interior y Policía anunció la ampliación de programas sociales desde becas técnicas hasta talleres deportivos en coordinación con otras agencias estatales. La apuesta es clara combinar mano dura contra el crimen y oportunidades de ascenso social para evitar que la violencia se reproduzca.
Capotillo no es un caso aislado. Según el Observatorio de Seguridad Ciudadana, en 2024 los operativos integrados redujeron los homicidios en barrios vulnerables del Gran Santo Domingo en un 12 %, aunque la tasa de delitos patrimoniales se mantuvo prácticamente intacta. Especialistas consultados advierten que, para sostener los logros, las instituciones deberán mejorar la inteligencia territorial y blindar los procesos judiciales contra eventuales revanchas criminales.
Mientras tanto, los moradores miran el despliegue con expectativa prudente. “Queremos que esto no sea solo un show de fin de semana”, comenta don Ramón, colmadero de la calle 42. Si las patrullas persisten y los programas de apoyo cuajan, agrega, “quizá volvamos a sentarnos en la acera sin miedo”.
Las autoridades planean rendir un informe preliminar en los próximos días, con cifras de detenidos y objetos incautados. Hasta entonces, Capotillo se convierte en un laboratorio de seguridad ciudadana donde confluyen fuerza, táctica comunitaria y la eterna tarea de devolverle la noche a quienes la perdieron por culpa del crimen.