Después de doce veranos sin ver a un pontífice asomarse a las colinas del Lacio, León XIV desempolvará la tradición papal y se instalará del 6 al 20 de julio en las Villas Pontificias de Castel Gandolfo, una bocanada de aire fresco a sólo 25 kilómetros de la Ciudad Eterna.
Según la agencia EFE, el Papa viajará la tarde del domingo 6, residirá en la renovada Villa Barberini y oficiará misas públicas los domingos 13 y 20 de julio, además del rezo del ángelus en la céntrica Plaza de la Libertad. Las audiencias privadas y la audiencia general de los miércoles quedarán suspendidas hasta el 30 de julio.
La medida revive un hábito instaurado por Urbano VIII en 1624 y seguido con entusiasmo por Pío XII, Juan Pablo II y Benedicto XVI. Francisco, en cambio, había preferido quedarse en la Casa Santa Marta y abrió el antiguo palacio al turismo como museo en 2016, decisión que alivió las arcas locales pero apagó la postal veraniega del Papa saludando desde el balcón principal.
El complejo, de 55 hectáreas más grande que el propio Vaticano incluye jardines, un huerto orgánico y hasta una pequeña granja; la Propiedad Apostólica supera los 135 acres si se suman las zonas forestales y agrícolas. Como el palacio histórico sigue siendo museo, León XIV dormirá en Villa Barberini, sometida a una remodelación exprés que incluyó la vieja piscina donde nadaba Juan Pablo II. El escollo, admite la Prefectura, es la seguridad la villa colinda con la carretera y sus ventanales dan casi a ras de calle.
Los comerciantes del pueblo pastelerías, restaurantes familiares y tiendas de recuerdos celebran la noticia. Antes de la pandemia, el museo atrajo unos 269 000 visitantes al año, pero el “efecto Papa en vivo” suele duplicar el flujo de peregrinos en temporada alta. El ayuntamiento ya planifica refuerzos de transporte y ampliación de horarios de los ferries en el lago Albano.
Más allá del folclore, la decisión habla de un pontífice que reconoce el estrés térmico de Roma y la necesidad de espacios verdes. Mientras Europa ajusta planes climáticos y el Vaticano avanza en su transición energética, la estancia en Castel Gandolfo envía un mensaje de cuidado integral: descanso personal, impulso económico local y valorización de un patrimonio que combina fe, arte y sostenibilidad.
En agosto, León XIV regresará para el fin de semana de la Asunción (15-17), confirmando que el balcón de Castel Gandolfo vuelve a ser, al menos por este año, una cita fija en el calendario católico. Los fieles, los “castellani” y el turismo del Lacio ya cuentan los días.
