Papa León XIV Trump celebra histórico primer pontífice estadounidense

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El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, calificó de “gran honor” para el país la elección de León XIV y adelantó que espera encontrarse pronto con el nuevo papa, oriundo de Chicago, en un gesto que subraya la sintonía entre la Casa Blanca y la Santa Sede en un momento clave para la Iglesia.

Según la agencia EFE, el mandatario publicó en su red Truth Social que la designación del cardenal Robert Francis Prevost “emociona y honra” a los estadounidenses, al tiempo que confirmó su intención de viajar al Vaticano para una audiencia “significativa” con el sucesor de Francisco.

La llegada de un pontífice nacido en Estados Unidos rompe casi dos mil años de predominio europeo217 papas han sido italianosy refuerza la vocación global del catolicismo. León XIV se suma así a la breve lista de pontífices no europeos, donde figuran los africanos Víctor I y Gelasio I, los sirios del siglo VII y, más recientemente, el argentino Francisco.

El hito ocurre mientras unos 53 millones de católicos el 20 % de la población adulta de EE. UU. buscan mayor representación dentro de la Curia. Ese peso demográfico y financiero se refleja en templos, universidades y obras sociales que ahora podrían tener un interlocutor con acento propio en Roma.

Históricamente, la relación entre la silla de Pedro y la Casa Blanca ha sido intermitente: hasta 1979 ningún papa había pisado la mansión presidencial, cuando Juan Pablo II se reunió con Jimmy Carter. Desde entonces los encuentros se han normalizado, pero un papa estadounidense inaugura un terreno diplomático inédito.

Prevost, de 69 años, además posee nacionalidad peruana obtenida en 2015 tras una década misionera en Trujillo y llega al trono de Pedro en pleno Jubileo 2025, convocado por Francisco y que deberá clausurar el 6 de enero de 2026. Su doble ciudadanía y su experiencia pastoral en América Latina anticipan una agenda centrada en la migración, la Amazonía y la pobreza estructural, temas donde Washington y Lima convergen con Roma.

Para Trump, la cita con León XIV no solo es protocolar; representa una oportunidad de proyectar liderazgo moral en un año electoral cargado de polarización interna. Para la Iglesia, la elección abre la puerta a reformas administrativas largamente postergadas y ofrece un puente directo con la potencia que más fondos aporta al Vaticano.

Queda por ver si esta inédita conexión EE. UU.–Santa Sede redefine la geopolítica católica o si el nuevo papa se mantendrá, como Francisco, en la línea de la diplomacia “a dos fuegos”, priorizando la periferia sobre los centros de poder. Por ahora, los fieles estadounidenses celebran y la Curia aguarda los primeros gestos de un pontificado que ya es histórico.

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