Retrasos en la Alta Velocidad sabotaje de cobre y fallo en Córdoba

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La mañana de este lunes 5 de mayo volvió a ser un vía crucis para miles de viajeros que intentaban moverse entre Andalucía y el resto de España. En cuestión de horas, la circulación de los trenes AVE acumuló más de diez mil pasajeros afectados y demoras generalizadas que, aunque ya se redujeron, siguen poniendo a prueba la paciencia de cualquiera que pagó por llegar “volando” a su destino.

La chispa que encendió el caos esta vez fue un fallo en los sistemas de señalización de Almodóvar del Río (Córdoba). Técnicos de Adif trabajaron contrarreloj y lograron reactivar la línea, pero el golpe inicial dejó retrasos medios de 25 minutos en los trenes con origen o destino Sevilla.

Ese contratiempo llegó apenas horas después de un acto mucho más grave el robo “quirúrgico” de cableado de cobre en cuatro puntos de la línea Madrid-Sevilla, cerca de Toledo. El ministro de Transportes, Óscar Puente, lo dejó claro fue un sabotaje deliberado, ejecutado por gente que “sabía perfectamente lo que hacía”. La sustracción paralizó 30 trenes y trastocó el viaje de 10 700 personas.

Lo más indignante es que el beneficio económico del botín apenas ronda los 300 euros, pero el impacto logístico se multiplica exponencialmente horas perdidas, conexiones perdidas y sobrecostes para Renfe e Iryo que luego terminan en reclamaciones de los pasajeros. Ese desequilibrio daño millonario versus ganancia mínima explica por qué los investigadores hablan ya de “acto de sabotaje” antes que de hurto oportunista.

Para colmo, el robo de cobre se ha disparado en España solo en 2024 se denunciaron 4 433 sustracciones, un 87 % más que hace cinco años. Castilla-La Mancha lidera las estadísticas y Andalucía ocupa el segundo lugar, justo las regiones atravesadas por la línea afectada.

Fuentes técnicas señalan que el cable extraído forma parte del circuito de vía que vigila la ocupación de los trenes. Sin esa señal, los sistemas de seguridad degradan automáticamente la velocidad máxima y obligan a espaciar los convoyes, de ahí la cascada de retrasos. Adif dispone de sensores y patrullas, pero reconoce que proteger cientos de kilómetros de infraestructura abierta es un reto cada tramo sin cámaras es un punto débil.

¿Qué sigue ahora? El Ministerio baraja ampliar la videovigilancia, usar fibra óptica antifraude y reforzar la coordinación con Guardia Civil y policías autonómicas. Mientras tanto, Renfe habilitó devoluciones exprés y cambios sin coste, consciente de que su reputación sufre cada minuto de demora.

A la vista de este panorama, la lección es sencilla el talón de Aquiles de la Alta Velocidad española no está en la velocidad, sino en la seguridad de sus tripas tecnológicas. Proteger unos cables baratos vale más que todo el cobre del mundo cuando la alternativa es dejar a medio país tirado en el andén.

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