Rey Carlos III en Canadá Discurso del Trono reafirma soberanía

-

El Palacio de Ottawa amaneció con un brillo inusual banderas de la Commonwealth, gaitas y un frío de primavera que no impidió a cientos de curiosos acercarse a ver al rey Carlos III y la reina Camila arrancar su visita oficial de dos días. El plato fuerte será este martes, cuando el monarca lea el Discurso del Trono en el Senado canadiense, un gesto cargado de simbolismo y apenas la tercera ocasión las dos anteriores fueron con Isabel II en 1957 y 1977 en que un soberano británico inaugura una sesión parlamentaria en suelo canadiense.

Según Yahoo, la Casa Real aceptó la invitación de urgencia del primer ministro Justin Trudeau para enviar un mensaje inequívoco tras los recientes escarceos verbales del expresidente estadounidense Donald Trump, quien sugirió que Canadá debería convertirse en el estado 51 de la Unión. El Gobierno canadiense ve la presencia del rey como un espaldarazo diplomático y un recordatorio de que, aunque comparten frontera y economía con EE. UU., la soberanía no está en juego.

La pulla de Trump no es aislada. En círculos conservadores de Alberta, el run-run separatista ha ganado volumen una encuesta de The Guardian sitúa el apoyo a la independencia provincial en 36 %, espoleado en parte por la retórica de “unirse a Estados Unidos”. Trudeau reaccionó rápido “Nada es más importante ahora que defender nuestra independencia”, dijo la semana pasada en Toronto, dejando claro que cualquier intento de anexión “no tiene cabida en la realidad canadiense”.

Más allá de la geopolítica, la visita sella la relación entre la Corona y un país que aún debate su futuro constitucional. Sondeos recientes muestran que 45 % de los canadienses prefieren mantener la monarquía frente a 39 % que optaría por un jefe de Estado electo, un giro respecto a las cifras de hace un año. Analistas como Philippe Lagassé, experto en la Royal Military College, apuntan que el carisma de Carlos y su agenda de reconciliación con pueblos indígenas, visible ya en el tour de 2022 está ayudando a suavizar viejos resquemores.

El propio Discurso del Trono podría ahondar en esa línea. Fuentes parlamentarias adelantan que el texto incluirá compromisos sobre transición energética, reconciliación y defensa, todo bañado en el lenguaje protocolar que exige la ocasión pero con un trasfondo muy actual: Ottawa pretende blindar su autonomía ante presiones externas y, de paso, poner sobre la mesa reformas que faciliten la reducción de emisiones en Alberta, epicentro de la industria petrolera y de las voces separatistas.

Para Carlos III, será también una prueba de fuego. El rey llega arrastrando la tarea de modernizar una institución cuestionada y lo hace en un país multicultural donde el republicanismo gana simpatizantes entre jóvenes urbanos. Si logra conectar como hizo al reconocer “los errores del pasado” en relación con los internados indígenas podría reforzar la idea de una monarquía adaptada al siglo XXI. Si no, el debate sobre un jefe de Estado canadiense volverá a calentar la escena política en la próxima campaña federal.

Por ahora, los canadienses disfrutan del espectáculo: desfiles militares, saludos en la Colina del Parlamento y un “¡Vive el Rey!” que retumba en francés e inglés. Pero más allá de la pompa, cada gesto persigue un objetivo claro recordarle a Washington (y al mundo) que Canadá es y seguirá siendo dueño de su destino.

Lo Más Reciente

MÁS NOTICIAS