Moscú. Rusia y Irán ultiman los detalles para que los primeros volúmenes de gas ruso crucen la frontera iraní el próximo año, mientras afinan la tarifa que regirá el contrato.
Según la agencia EFE, el ministro de Energía ruso, Serguéi Tsivilev, explicó ante la comisión mixta ruso-iraní que en una fase preliminar prevista para antes de que acabe 2025 se bombearán hasta 1 800 millones de metros cúbicos aprovechando la infraestructura ya existente.
El funcionario aclaró que el flujo arrancará en cuanto las empresas fijen “un precio óptimo”, negociación que avanza fuera del ámbito gubernamental. De concretarse, sería la primera vez que Moscú exporta gas de forma estable hacia el Golfo Pérsico, redibujando un mercado históricamente orientado hacia Europa y, más recientemente, Asia-Pacífico.
Un eje energético bajo sanciones
Ambos países sometidos a severas sanciones occidentales llevan años tejiendo una alianza energética que incluye canjes de crudo y proyectos conjuntos de transporte. El acuerdo estratégico integral que Vladímir Putin firmó esta semana con Teherán refuerza esa hoja de ruta, aunque no contempla una alianza militar.
Especialistas del Instituto Oxford de Estudios Energéticos señalan que el gas llegaría mediante un esquema de swap Rusia inyectaría volúmenes en redes de Azerbaiyán; Bakú enviaría cantidades equivalentes al norte de Irán, y Teherán dispondría libremente del combustible en su industrializado cinturón central. Esa fórmula evita costosas tuberías transfronterizas y da aire a Irán, que pese a ser el segundo productor de la OPEP sufrió cortes domésticos el último invierno por falta de capacidad en el upstream.
Comercio al alza y ambiciones compartidas
El intercambio bilateral alcanzó 4 800 millones de dólares en 2024 un 16 % más que el año anterior y, según el titular de Petróleo iraní, Mohsen Paknejad, podría rozar los 6 000 millones gracias a este nuevo flujo de hidrocarburos. Además del gas, Rusia ofrece turbinas, maquinaria pesada y experiencia ferroviaria para el Corredor Internacional Norte-Sur, clave en la salida de exportaciones iraníes al mar Báltico.
Analistas del Banco Eurasia advierten, sin embargo, que la operación necesitará sortear restricciones financieras y asegurar seguros marítimos y terrestres, ya que compañías occidentales rehúyen proyectos ligados a ambos países. Aun así, la iniciativa encaja con la estrategia de Moscú de diversificar clientes tras el embargo europeo, y permite a Teherán sustituir costosas importaciones de Turkmenistán.
Impacto regional
Si los 1 800 millones de metros cúbicos iniciales se mantienen y escalan a los 5-10 mil millones contemplados en memorandos previos Catar e Irak enfrentarían un competidor adicional en el oeste de Asia. También se reforzaría el poder de negociación de Rusia dentro de la OPEP +, al disponer de un nuevo destino para su gas asociado.
En síntesis, el proyecto ruso-iraní no solo busca ingresos; persigue afianzar un corredor energético alternativo que acorte distancias con el sur de Asia y consolide un eje político-económico que se mueve al margen de Washington y Bruselas. La tubería (o el swap que la sustituye) aún no transporta ni una molécula, pero ya recalibra el tablero geopolítico del gas.