Santiago se ha vuelto a poner en boca de todos tras las palabras del presidente ejecutivo de Centro Cuesta Nacional (CCN), José Miguel González Cuadra, quien en un almuerzo empresarial celebrado el 29 de mayo en la Ciudad Corazón sacó pecho por la pujanza de la región Norte.
Según Arecoa, el ejecutivo defendió que la capital del Cibao “se ha colocado por encima del resto del país en diversos aspectos” gracias a una cultura de trabajo colectivo que, asegura, se empezó a construir en los años sesenta. Esa visión compartida liderada, en su momento, por empresarios, políticos y actores de la sociedad civil sigue rindiendo frutos seis décadas después.
Un peso económico difícil de ignorar
No se trata de retórica vacía. Datos recientes del Banco Mundial confirman que la región Cibao Norte y la metropolitana de Santo Domingo concentran, juntas, cerca del 56 % del PIB nacional, con el Cibao aportando la segunda tajada más grande del pastel económico dominicano. A nivel sectorial, Santiago ya genera casi 40 % de la actividad de la construcción y más de 70 % de la producción agrícola del país, de acuerdo con las cifras que compartió González Cuadra en su ponencia. Si a eso se le suman los más de 50 % de parques de zona franca instalados en la región, el cuadro de competitividad queda claro.
Inversiones que refuerzan la narrativa
El discurso no llegó desnudo se apoyó en proyectos concretos. CCN y el Grupo Ámbar, encabezado por el empresario Miguel Barletta, anunciaron avances del Hotel Santiago, Curio Collection by Hilton, un desarrollo de 177 habitaciones que busca convertirse en punto neurálgico para el turismo corporativo y de placer en la zona. Con esa jugada, la multinacional hotelera estrena bandera en Santiago y robustece la oferta de hospedaje de alto estándar fuera de los polos turísticos tradicionales.
Además del hotel, CCN planifica ampliaciones en retail y logística para aprovechar la posición estratégica de la ciudad. La empresa no ha detallado montos de inversión, pero fuentes del mercado estiman que el conglomerado ha destinado más de US$120 millones a proyectos cibaeños en los últimos cinco años, una cifra que si se confirma la ubicaría entre los principales inversionistas privados del interior.
¿Por qué Santiago?
El argumento de González Cuadra se sostiene en números duros. Reportes de GlobalSource Partners estiman que la economía dominicana cerró 2024 con un crecimiento del 5 % y proyecta otro 4 % para 2025, impulsada en buena medida por la expansión industrial y agroexportadora del Cibao. La ciudad también presume un tejido empresarial diverso: desde zonas francas textiles hasta startups tecnológicas apoyadas por incubadoras universitarias.
Una métrica reveladora es la tasa de desempleo mientras el promedio nacional ronda el 6 %, la provincia de Santiago ha bajado a 4,2 % tras la recuperación pospandemia, según la Gobernación Provincial. Esa dinámica laboral sumada a la relativa estabilidad cambiaria y a una inflación controlada en torno al 4,5 % crea un caldo de cultivo ideal para inversiones de largo aliento.
El factor cohesión social
Pero no todo es macroeconomía. El propio González Cuadra subrayó un elemento intangible la capacidad de los santiagueros para remar en la misma dirección. Esa “convivencia productiva”, como la describe, ha servido para armonizar agendas públicas y privadas. De hecho, la Cámara Americana de Comercio (AMCHAMDR) escogió Santiago para su almuerzo precisamente por ser ejemplo de sinergia territorial.
Barletta lo resumió sin rodeos “Queremos que los huéspedes del hotel sientan la calidez y el orgullo local desde que cruzan la puerta”. Esa declaración remata la idea de que el desarrollo no solo mide metros cuadrados construidos, sino también identidad y vocación de servicio.
Reto y oportunidad
Con todo, la bonanza trae desafíos. Expertos consultados advierten que la rápida urbanización puede tensionar los servicios básicos si no se invierte en infraestructura vial, agua y gestión de residuos. Además, la concentración en sectores tradicionales construcción, agro y zonas francas exige diversificación hacia actividades de mayor valor agregado, como la economía del conocimiento.
El Ministerio de Economía y el Ayuntamiento de Santiago preparan actualmente un plan de ordenamiento territorial que busca anticipar estos cuellos de botella y garantizar que el crecimiento sea sostenible. De materializarse, la iniciativa podría convertirse en modelo para otras ciudades intermedias del Caribe.
Mientras tanto, CCN ya afila la siguiente jugada. En los pasillos del evento se rumoreó sobre un hub logístico que la compañía evalúa instalar cerca del Aeropuerto del Cibao, con miras a convertir a Santiago en centro de redistribución regional. Si el proyecto se confirma y se suma a la expansión hotelera y comercial anunciada la Ciudad Corazón estaría a las puertas de consolidarse como segundo polo económico del país, reduciendo la histórica brecha con Santo Domingo.
En un contexto de resiliencia macroeconómica y capital humano calificado, la apuesta de CCN parece lógica. Y, como dijo González Cuadra para cerrar su charla, “cuando a una comunidad se le alinean voluntad y recursos, los límites empiezan a desdibujarse”. Por ahora, todo apunta a que Santiago seguirá escribiendo capítulos de crecimiento que trascienden el Cibao y se proyectan al resto de la República Dominicana.