Seattle protestas queman banderas frente a Tribunal de Inmigración

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La tarde del martes, el ambiente en el centro de Seattle se calentó literalmente cuando manifestantes anti-ICE arrancaron dos banderas estadounidenses del edificio federal Henry M. Jackson y les prendieron fuego en cuestión de minutos. El gesto, más simbólico que destructivo, resumió el hartazgo que muchos sienten frente a las redadas migratorias y la presencia de la agencia en la ciudad.

Según los testigos, la primera quema se produjo en el ala este del complejo poco después de las cuatro de la tarde; quince minutos más tarde, otra bandera ardía en el ala oeste. Entre ambos incidentes, los activistas improvisaron barricadas con scooters y bicicletas de alquiler, bloqueando los accesos para impedir la entrada y salida de vehículos oficiales.

Este brote de indignación no es un hecho aislado. Solo esta semana se han registrado más de 1 800 protestas contra la ofensiva migratoria federal en todo Estados Unidos, con movilizaciones potentes desde Los Ángeles hasta Nueva York. En Seattle, la protesta conectó con ese pulso nacional que exige el fin de las detenciones masivas y demanda rutas de regularización para trabajadores indocumentados.

Las banderas quemadas reavivan un viejo debate: ¿hasta dónde llega la libertad de expresión? El Tribunal Supremo la blindó hace más de tres décadas en Texas v. Johnson (1989) y ratificó la doctrina en United States v. Eichman (1990), anulando la Ley de Protección de la Bandera. En otras palabras arder la bandera es discurso político, no delito. Sin embargo, cada nuevo acto de este tipo despierta reclamos para restablecer sanciones, sobre todo entre sectores que ven la quema como afrenta al patriotismo.

Más allá de la fogata, el foco de los activistas sigue puesto en la cooperación entre el Tribunal de Inmigración local y ICE. Voces comunitarias insisten en que Seattle refuerce su condición de “ciudad santuario”, limite cualquier colaboración con detenciones federales y garantice representación legal a inmigrantes en proceso de deportación. Al final de la jornada, la Policía solo dispersó el área tras horas de tensa espera, consciente de que cualquier movimiento en falso podía amplificar la indignación. Por ahora, no se reportan detenciones, pero la discusión sobre derechos civiles, control migratorio y símbolos patrios está lejos de apagarse.

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