El 31 de marzo de 1995 cimbró el mundo del espectáculo con una noticia que todavía resuena: la desaparición física de Selena Quintanilla. Su voz, su carisma y la pasión que imprimía en cada presentación la convirtieron en una de las mayores exponentes del tex-mex, un ritmo inconfundible que integró elementos de la música texana y la esencia mexicana. Aunque aquella mañana empezó con las rutinas de siempre, terminaría destrozando los corazones de sus seguidores y marcando para siempre la historia de la música latina.
Tal como explica deultimominuto, en un artículo de la periodista Lady Alvarez, todo se precipitó durante las tensiones entre Selena y Yolanda Saldívar, quien fue asistente y encargada de manejar su club de fans. Según datos consignados posteriormente ante la justicia, la confianza que se había tejido se fue desmoronando al ser revelados manejos turbios. El día del crimen, Selena se disponía a aclarar asuntos delicados y recuperar documentos de sus negocios, sin imaginar que se enfrentaba a un desenlace trágico.
De acuerdo con informes de la BBC y declaraciones judiciales, la discusión se produjo en la habitación 158 de un hotel en Corpus Christi. En cuestión de minutos, el episodio se convirtió en caos cuando Saldívar disparó un revólver que hirió a la cantante por la espalda, provocando una hemorragia fatal. Aunque Selena logró salir de la habitación y pedir auxilio en la recepción, no resistió. A mediodía, el equipo médico confirmó que prácticamente había perdido toda su sangre camino al hospital.
Durante casi diez horas, la responsable del crimen permaneció atrincherada en su camioneta, negándose a entregarse. Finalmente, cayó bajo custodia policial y declaró varias versiones sobre lo sucedido. A la postre, recibió una condena a cadena perpetua, con opción a pedir la revisión de su caso tras 30 años. Recientes solicitudes de libertad condicional han sido denegadas, y no será hasta 2030 cuando pueda volver a insistir en la revisión de su sentencia.
A pesar del doloroso desenlace, el legado de Selena Quintanilla se ha fortalecido con el paso de los años. Según la revista Billboard, fue una de las primeras artistas latinas en penetrar la industria musical de Estados Unidos con enorme éxito, ganando un Premio Grammy y abriendo camino a toda una generación de cantantes femeninas en el género tejano. Varias estrellas de la música le han rendido homenaje, y los homenajes póstumos no han cesado. Cada año, fanáticos de diferentes lugares del mundo se reúnen en Corpus Christi para honrarla con velas, flores y canciones que mantienen viva su memoria.
El impacto de Selena trasciende su música. Para muchas mujeres de origen latino, ella personificó la perseverancia y el coraje necesarios para triunfar en un ambiente dominado por la incertidumbre. Pese a la barrera del idioma y la discriminación que en aquel entonces existía en la industria, su presencia se hizo sentir con fuerza en mercados anglosajones y latinos, al punto de influenciar a nuevas generaciones que se identifican con su estilo, su empuje y su genuina cercanía con el público.
Treinta años más tarde, la intérprete de “Amor Prohibido” se mantiene como un icono indiscutible. Distintas plataformas digitales reportan un incremento sostenido en sus reproducciones musicales, mostrando que la llama de su arte no se ha apagado. Mucha gente sigue bailando y cantando sus éxitos, mientras nuevas generaciones descubren a esa joven que supo romper moldes y, con su sencillez, se ganó el corazón de millones.
Aunque el último día de marzo de 1995 arrancó la vida de Selena, no logró borrar su influencia. Su legado vive en cada nota, en cada tributo y en cada recuerdo que el público conserva con cariño. La grandeza de su voz sigue presente, recordándonos que hay estrellas que ni el paso del tiempo puede apagar. ¡Que su legado permanezca siempre vivo en la música latina y en la inspiración de quienes soñamos con dejar huella!