Toronto. Ni un resbalón pudo opacar la vibra de Shakira en el Scotiabank Arena. Mientras arrancaban los acordes de “Whenever, Wherever”, la barranquillera se tropezó con una irregularidad del piso y terminó en el suelo. En menos de dos segundos se giró, se puso de pie, sacó la lengua en son de relajo y siguió cantando, provocando un rugido de 20 mil fanáticos que coreaban su nombre.
Según la agencia EFE, el percance ocurrió la noche del 26 de mayo en la escala canadiense de la gira “Las mujeres ya no lloran World Tour”, un espectáculo que reúne más de veinte canciones incluyendo clásicos como “La Tortura” y “Hips Don’t Lie” y que ya ha pasado por Brasil y buena parte de Norteamérica.
Un traspié que se hizo viral
Los vídeos reventaron en TikTok, Instagram y X. Lejos de burlas, los comentarios fueron de admiración: “¡La reina se levanta bailando!”, “Hasta la caída le sale coreografiada”. Ese impulso digital mantiene a Shakira en conversación constante con la Generación Z, un público que consume sus shows tanto en vivo como en clips de diez segundos.
Contexto de una gira cargada de simbolismo
El tour sirve de catarsis a la artista tras su ruptura con Gerard Piqué. Ella misma confesó que componer el álbum “Las mujeres ya no lloran” le ayudó a procesar el duelo y reenfocar su carrera. La demanda ha sido tal que la fase norteamericana se reprogramó de noviembre 2024 a mayo 2025 para rediseñar la producción y abrir nuevas fechas.
Profesionalismo a prueba de piso
No es la primera vez que una superestrella enfrenta tropiezos en escena Beyoncé perdió un tacón en 2018 y siguió como si nada; Lady Gaga cayó de una plataforma en Las Vegas y terminó el número sentada pero pocas reaccionan con la ligereza caribeña de Shakira. Esa mezcla de disciplina y picardía refuerza su marca: cercana, resiliente y 100 % show-woman.
Más que un meme, una lección de marca personal
El episodio demuestra cómo convertir un potencial fiasco en contenido positivo. Marketing puro se genera conversación orgánica, se humaniza la figura pública y se proyecta la idea de que “caerse también es parte del baile”. Shakira capitaliza la anécdota sin emitir comunicado alguno; deja que la audiencia narre la historia, multiplicando alcance sin gastar un peso extra.
A fin de cuentas, la caída no fue noticia por el accidente, sino por la forma en que la colombiana se levantó con swing, con gracia y sin perder el aliento. Y así, mientras la gira avanza hacia su siguiente parada, queda claro que las mujeres, efectivamente, ya no lloran; se sacuden el polvo y siguen cantando.