El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, volvió a sacudir el tablero diplomático al mostrarse dispuesto a sentarse cara a cara con Volodímir Zelenski, Vladímir Putin y Recep Tayyip Erdogan para buscar un respiro en la guerra de Ucrania. La propuesta, gestada en Estambul tras una nueva ronda de negociaciones entre rusos y ucranianos, llegaría a finales de junio si todos los líderes confirman asistencia.
Según la agencia EFE, la vocera de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, aseguró que Trump acepta el formato “solo si Kiev y Moscú comparten mesa en igualdad de condiciones”. La portavoz subrayó que el mandatario pretende ver “gestos concretos” antes de cruzar el Atlántico, una línea roja que añade presión a las partes enfrentadas.
Leavitt insistió en que el jefe de Estado “quiere resultados, no fotos”, y colocó la pelota en la cancha de Putin y Zelenski. Medios internacionales como Livemint reportan que la invitación turca cuenta ya con el visto bueno preliminar de Kiev, mientras el Kremlin mantiene silencio oficial, señal interpretada por analistas como un “sí, pero con condiciones”.
La coyuntura no es menor la reunión de Estambul terminó sin alto el fuego, aunque dejó un pacto para intercambiar heridos graves y soldados de entre 18 y 25 años. Voces en ambos equipos celebraron el gesto humanitario, pero admitieron que las líneas rojas siguen intactas. El Washington Post destaca que Moscú exige la aceptación de su anexión de Crimea y otras cuatro regiones, y la renuncia ucraniana a la OTAN, un menú “indigerible” para Zelenski.
Mientras tanto, Erdogan se mueve con la prisa de quien huele protagonismo geopolítico. Ankara ofrece Estambul o Ankara para la cumbre y promete garantías de seguridad a todos los invitados. El País reseña que, tras los avances parciales en la liberación de prisioneros, Turquía se ve a sí misma como “facilitador imprescindible” del acuerdo definitivo. Fuentes turcas apuntan que se baraja un formato híbrido: 48 horas de plenaria y sesiones bilaterales paralelas.
El frente militar no da tregua. Un reciente ataque con drones ucranianos sobre bases aéreas rusas y puentes en Kursk eleva la tensión en vísperas de la posible cumbre. Para la cadena Al Jazeera, esas acciones son una señal de que Kiev busca “negociar desde la fuerza” mientras reclama más sistemas antiaéreos a Occidente.
Analistas en Washington advierten que Trump se juega capital político interno: un éxito diplomático reforzaría su narrativa de “negociador nato”, pero un fracaso podría exhibirlo como líder sin palancas sobre Moscú. En Kiev, funcionarios cercanos a Zelenski ven la cita como oportunidad de obtener garantías de seguridad con Estados Unidos dentro de la sala, desechando el veto ruso a “potencias externas”.
Queda por ver si Putin acepta entrar a un foro donde se le exigiría cesar ataques mientras la OTAN observa entre bastidores. De sellarse la cumbre, será el primer cara a cara de los cuatro mandatarios desde el inicio de la invasión en febrero de 2022. Y si algo ha demostrado la guerra, es que cada mesa de diálogo abre un pequeño hueco para la paz, pero también un gran escaparate para la política de poder y ahí, Trump no suele perder la ocasión de ocupar el primer plano.