Washington. El presidente estadounidense, Donald Trump, volvió a cargar contra la cadena CBS y su emblemático programa 60 Minutes, insistiendo en que la edición de una entrevista a la vicepresidenta Kamala Harris fue “un truco para pintarla de santa” y exigiendo 20 000 millones de dólares en daños. Desde su red Truth Social, el mandatario acusó a la emisora de “estafar al pueblo” y pidió que “paguen un precio” por lo que califica como manipulación mediática a gran escala.
De acuerdo con el despacho de la agencia EFE en el que se basa esta información, Trump sostiene que tanto la cadena como su matriz, Paramount Global, violentaron principios básicos de neutralidad periodística y, por ende, merecen una sanción ejemplar. El republicano extendió sus dardos al New York Times, al que culpa de encubrir supuestas irregularidades del programa con análisis “amañados”.
Mientras el torbellino político-mediático crece, Paramount entró esta semana en un proceso de mediación para evitar que la demanda descarrile su plan de fusionarse con Skydance Media; la solvencia de la operación dependerá, en parte, de calmar al inquilino de la Casa Blanca.
El pulso legal se complica por una investigación de la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC), encabezada por un aliado de Trump, que revisa si CBS violó sus obligaciones de servicio público. La presión llega justo antes de que la FCC deba pronunciarse sobre la citada fusión, lo que aumenta la palanca política del presidente.
Internamente, el ambiente en la redacción de 60 Minutes es tenso Bill Owens, su veterano productor ejecutivo, renunció el 22 de abril alegando que había perdido la independencia editorial frente a la cúpula corporativa. Su salida dejó un vacío de liderazgo y encendió el debate sobre si aceptar un acuerdo podría sentar un precedente lesivo para el periodismo de investigación.
Paramount, por su parte, ha presentado mociones para desestimar la querella, aduciendo que la Primera Enmienda protege la edición periodística y que la demanda es “infundada y desproporcionada”. El gigante mediático advierte de que un veredicto adverso abriría la puerta a una cascada de litigios temerarios contra la prensa.
El choque no es aislado: hace apenas dos años un juez federal tumbó la demanda de 475 millones de dólares que Trump presentó contra CNN, al considerar que las expresiones impugnadas eran opinión protegida. Aun así, su equipo legal mantiene vivo un frente de batallas destinadas a intimidar a los medios y a poner a prueba los límites de la jurisprudencia New York Times v. Sullivan.
La estrategia, dicen expertos en libertad de prensa, produce un “efecto enfriador” (“chilling effect”) que podría volverse habitual en campañas electorales reñidas: demandar primero, discutir después. En el corto plazo, sin embargo, la letra pequeña se jugará en dos mesas: la de la mediación económica y la de la FCC, donde se decidirá si el negocio televisivo de Paramount sobrevive intacto a la tormenta política.
Para la prensa dominicana y cualquier sala de redacción que aspire a fiscalizar al poder la lección es clara cuando la línea editorial depende de la buena voluntad de un regulador político, la independencia se vuelve un lujo precario.