El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, aterrizó este miércoles en Doha para la segunda escala de su periplo por Oriente Medio. Bajo un sol que partía las piedras, el Air Force One tocó pista y, puño al aire, el mandatario bajó la escalinata para encontrarse con el emir Tamim bin Hamad Al Thani y la plana mayor del gobierno catarí en una alfombra roja impecable.
Según la agencia EFE, la agenda de Trump luce apretada entre reuniones diplomáticas y foros de inversión, la gran sorpresa fue el anuncio de que la familia real catarí le regalará un Boeing 747-800, aparato que la Casa Blanca planea convertir en el próximo Air Force One. La jugada, que dejaría en desuso los veteranos VC-25A (basados en el antiguo 747-200), sacude el tablero de la aviación presidencial y pone el foco en los costos de operación que ya rondan los 200 millones USD anuales, de acuerdo con estimaciones del Servicio de Investigación del Congreso (CRS).
Un “upgrade” que despierta preguntas
El 747-800, última variante de la legendaria “Reina de los Cielos”, supera los 7 500 nmi de autonomía y ofrece un 16 % menos de consumo que sus predecesores, cifras que, sobre el papel, pintan atractivas para el Pentágono. Sin embargo, un informe de la GAO publicado en 2024 advierte que cada personalización de seguridad y comunicaciones presidenciales encarece la factura final entre un 25 % y un 30 %. Traducido al dominicano llano: el “regalo” viene con letras chiquitas y muchos ceros.
Catar afianza su rol de aliado estratégico
Para Doha, el gesto vale oro diplomático. Desde la inauguración de la base aérea de Al Udeid en 2002 la mayor instalación militar estadounidense en Oriente Medio Catar se ha consolidado como socio clave de Washington. Este acercamiento se refuerza con los contratos de gas natural licuado (GNL) firmados en 2023, que aseguran suministro a Europa en plena transición energética, según datos del Departamento de Energía de EE. UU.
Impacto geopolítico en la región
Mientras Riad y Abu Dabi miran de reojo, la movida catarí podría reequilibrar la balanza del Golfo. Expertos del Brookings Doha Center apuntan que entregar un símbolo tan icónico como un 747 presidencial fortalece la “diplomacia de la chequera” que caracterizó a Catar durante la Copa Mundial 2022. Además, Trump obtiene un logro visual un avión nuevo y reluciente que proyecta poder en año electoral.
¿Qué sigue para el viejo Air Force One?
La Fuerza Aérea mantiene en reserva dos fuselajes 747-200B listos para misiones de backup. Con la entrada de un 747-800, se abren dos caminos vender los VC-25A a museos aeronáuticos o reconvertirlos para transporte de carga estratégica, una posibilidad que la propia USAF ha barajado en reportes internos. De concretarse, el gobierno catarí podría encabezar la transición más profunda del programa presidencial desde 1990.
Conclusión
La visita relámpago de Trump a Doha va mucho más allá del protocolo reposiciona a Catar como bisagra regional, inyecta vida al legendario 747 y ofrece al presidente un trofeo mediático de gran calibre. Pero, como bien saben en el Caribe, “no hay puya sin su picante” el costo político y financiero de adaptar el avión podría alzar vuelo tan alto como el mismo Jumbo. El Congreso y el Pentágono tendrán la última palabra sobre si este obsequio despega, o si termina guardado en el hangar de las promesas diplomáticas.