El Vaticano amaneció este lunes con el tañido grave de las campanas de San Pedro: a las 7:35 a.m. (1:35 a.m. en RD) murió el papa Francisco en la Casa Santa Marta, la sencilla residencia que eligió en 2013 y que ahora acogerá el rito de constatación de su fallecimiento a las 8:00 p.m. hora local.
Según la agencia EFE, el féretro permanecerá allí, en la pequeña capilla del primer piso, cumpliendo la voluntad del pontífice de evitar la fastuosidad del Palacio Apostólico y acercar el último adiós a quienes lo acompañaron cada día en su hogar.
Un protocolo moldeado por él mismo
El operativo fúnebre seguirá la segunda edición del Ordo Exsequiarum Romani Pontificis, promulgada por Francisco en abril de 2024. El documento recorta solemnidades, ordena que la verificación de la muerte se haga en la capilla y establece que el cuerpo se coloque de inmediato dentro del ataúd, abierto para la veneración popular y sin el tradicional catafalco en la basílica.
El cardenal Kevin Joseph Farrell, camarlengo de la Iglesia Romana, encabezará esta noche el rito que certifica oficialmente el deceso, rompe el Anillo del Pescador y sella los apartamentos pontificios. A la ceremonia asistirán cardenales, familiares y el pequeño equipo médico que lo acompañó durante sus 38 días de hospitalización por problemas respiratorios.
De Casa Santa Marta a San Pedro
El traslado del cuerpo a la basílica está previsto para el amanecer del martes. Allí se abrirá la llamada capilla ardiente durante tres días, en los que se espera una afluencia similar o mayor a los 200 000 fieles que despidieron a Benedicto XVI en 2023, aunque ahora la fila será guiada hacia un sencillo ataúd de ciprés y no hacia un túmulo elevado.
Mientras tanto, la Santa Sede observará nueve jornadas de luto; las banderas vaticanas ondean ya a media asta y las oficinas trabajan solo en trámites esenciales. La Constitución Universi Dominici Gregis fija entre el día 15 y el 20 tras la muerte la convocatoria del cónclave, pero el propio Francisco dejó abierta la puerta a iniciarlo antes si no hubiera impedimentos logísticos. Reuters apunta que muchos purpurados abogan por acortar tiempos para evitar un largo vacío de gobierno.
Un legado de reformas hasta el último minuto
Con esta despedida austera, Jorge Mario Bergoglio cierra un pontificado marcado por la transparencia económica, la reforma de la Curia y la defensa de «una Iglesia en salida» hacia las periferias. Incluso la elección de su sepultura rompe la tradición: ha pedido reposar en la basílica de Santa María la Mayor, donde acostumbraba a rezar antes y después de cada viaje apostólico, en vez de las grutas vaticanas donde yacen la mayoría de sus predecesores.
El funeral probablemente el viernes o sábado— se celebrará en la plaza de San Pedro con el deán del Colegio Cardenalicio presidiendo la misa, tal como indican las nuevas normas. A partir de ahí, los 118 cardenales menores de 80 años quedarán «encerrados bajo llave» en la Capilla Sixtina hasta anunciar al mundo el clásico “Habemus Papam”.
Mirada dominicana
Más allá de la pompa romana, el pueblo llano incluidos miles de dominicanos recuerda al papa cercano que saludaba con «¡buenas tardes, señores!» y se dejaba querer. No sorprende, pues, que su último deseo haya sido un funeral sin ostentación, casi «a ras de calle», coherente con el tono sencillo que defendió desde el balcón de la Loggia aquella noche lluviosa de marzo de 2013.
Con su partida, la Iglesia entra en sede vacante y el mundo católico queda atento al humo de la Sixtina. Y aunque el sucesor se escogerá dentro de un par de semanas, el mensaje de Francisco retumba ya en el eco de San Pedro: la verdadera reforma comienza escuchando al más pequeño