Un hombre de nacionalidad haitiana, identificado por las autoridades como Luis o Anyel Temilo, de unos 38 años, fue arrestado esta semana en la comunidad rural de Loma Larga, distrito municipal San Francisco Vicentillo, acusado de asesinar con un machete a su compatriota Orlando o Raquimai el pasado 1 de marzo. La víctima apareció en el paraje El Jobo con múltiples heridas cortantes y una profunda lesión en el cuello, escena que estremeció a los moradores del este dominicano.
Según reseña CDN, Temilo regresó tranquilamente al lugar de los hechos cuando miembros de la Policía Preventiva y del Ejército le montaron seguimiento sigiloso y lo capturaron “en un dos por tres”. Durante los interrogatorios, el detenido admitió que la riña comenzó mientras ambos consumían sustancias ilícitas dentro de la humilde vivienda del occiso.
Aunque los crímenes rurales suelen pasar bajo el radar mediático, este caso llega en un momento en que la República Dominicana exhibe su menor tasa de homicidios de los últimos años: 9.58 por cada 100 000 habitantes en 2024, de acuerdo con el Ministerio de Interior y Policía . Esa reducción de la violencia un 16.4 % menos que el año anterior, según otro estudio oficial divulgado en febrero de 2025 contrasta con el impacto social de hechos como el de El Seibo, donde confluyen pobreza, consumo de drogas y tensiones entre comunidades migrantes.
La provincia registra además operativos migratorios frecuentes solo en diciembre pasado, la Dirección General de Migración apresó a 333 haitianos indocumentados en El Seibo y zonas aledañas. Analistas advierten que estos flujos, aunque mayoritariamente pacíficos, introducen dinámicas de vulnerabilidad que pueden detonar en violencia interpersonal cuando faltan canales de mediación y apoyo social.
El Ministerio Público informó que prepara un expediente robusto contra Temilo, quien también era buscado por otros delitos en la región. Se espera que en las próximas horas se conozcan medidas de coerción. Entretanto, líderes comunitarios piden reforzar la presencia policial y desplegar programas de integración que ayuden a desactivar conflictos antes de que “arden como yesca”. Mientras el país celebra cifras históricas de seguridad, el machetazo de Loma Larga recuerda que en los campos apartados la violencia aún se cuela por las rendijas.